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¿Por qué es importante potenciar a las mujeres que hacen ciencia y tecnología en la Universidad de Buenos Aires?

Mujeres en la ciencia

En este artículo, la Lic. María Cid, Directora de Articulación Institucional de la SECyT nos habla de la importancia de generar políticas que faciliten y estimulen a las científicas y tecnólogas de la UBA no sólo en beneficio de la universidad, sino de toda la sociedad.

Diversos estudios e indicadores dan cuenta que la innovación, la ciencia y la tecnología son fundamentales para el bienestar y progreso de los países. También es innegable el impacto que las nuevas tecnologías, como por ejemplo el uso de la big data y la inteligencia artificial, están teniendo en nuestras vidas en áreas tan diversas como el trabajo, la economía y las formas en que nos relacionamos.

En países como Argentina, cuando hablamos del desarrollo científico-tecnológico es imprescindible hacer foco en las universidades dado que allí se forman y trabajan casi el 70% del total del personal dedicado a la I+D+i. A su vez, las instituciones de educación superior también financian becas y proyectos de investigación, institutos o laboratorios y donde se promueve la existencia de polos científicos y hasta empresas de base tecnológica. 


Ahora bien, si observamos la conformación en términos de género binarios (no contamos con datos no binarios al respecto) el ámbito científico cuenta con una mayoría de investigadoras, llegando a una representación casi del 60%, aunque cabe resaltar la baja presencia de mujeres en disciplinas y áreas de estudio como en las ingenierías y tecnologías.

Números similares pueden observarse en la comunidad de investigadoras y tecnólogas de la Universidad de Buenos Aires: de las más de 17 mil personas vinculadas a tareas de investigación y desarrollo, casi el 60% son mujeres repartidas entre las 13 facultades y 72 institutos de investigación presentes en toda la Ciudad de Buenos Aires.


Estas investigadoras ocupan diferentes roles, desde becarias a directoras de proyectos o de institutos de investigación y tienen objetos de estudio tan disímiles como relevantes: un nuevo yogur de alto valor nutricional y funcional para combatir la malnutrición de las personas o una  propuesta comunitaria para la prevención primaria y secundaria del cáncer o nuevas patentes para vacunas y productos que avanzan sobre el horizonte tecnológico.


En resumen, los datos nos indican que existe una fuerte presencia femenina en la comunidad científica y que sus objetos de estudio resultan fundamentales para el avance de la ciencia, así como también para mejorar muchas áreas de nuestra vida. Y, sin embargo, aún hoy existen desigualdades que invisibilizan el rol de las investigadoras y tecnólogas o “techos de cristal” que impiden lograr roles de mayor jerarquía o continuar con sus carreras de investigación o sesgos de género en la producción científica. 


Estos sesgos replican prejuicios, estereotipos o directamente ocultan el rol de las mujeres. Para tratar este problema, desde la Secretaría de Ciencia y Técnica propusimos un ejercicio para el día el 11 de febrero, señalado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como el “Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia”, el cual busca reconocer la labor de las mujeres que hacen ciencia, para incentivar a jóvenes y niñas a que elijan la carrera científica en un marco de igualdad de oportunidades. 


La consigna propuesta fue la siguiente: solicitamos a un programa de generación de imágenes mediante inteligencia artificial que nos sugiera cómo se vería una persona ante un “importante descubrimiento científico”. La imagen que el programa devuelve es, en la mayoría de las veces, la de un científico hombre. Y este ejemplo, como otros, da la pauta que a pesar de los datos antes mencionados, las nuevas tecnologías reproducen sesgos de género. Es por ello que se vuelve fundamental pensar políticas y programas que combatan las problemáticas mencionadas.

   


Una de las propuestas de la Secretaría para comenzar a trabajar en este aspecto fue sensibilizar sobre el rol que tiene la mitad de la comunidad científica de la UBA y contar con un diagnóstico de la comunidad científica actualizado. Esto lo hicimos en nuestra nueva sección web de datos: https://cyt.rec.uba.ar/ciencia-en-numeros/. Además, se han revisado las convocatorias y programas para incorporar la perspectiva de género y ponderar de forma positiva la integración de mujeres en los grupos de investigación como se hizo en la última convocatoria de “Proyectos de Desarrollo Estratégico”. Asimismo, incorporamos en líneas de becas y subsidios el cumplimiento de metas globales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Cabe destacar que uno de esos objetivos busca lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas.


Por otro lado, es fundamental retomar experiencias previas de las facultades de la UBA que ya han avanzado en la incorporación de derechos para becarias e investigadoras y han impulsado espacios de intercambio con áreas de rectorado y de las distintas unidades académicas para fomentar la perspectiva de género en toda la Universidad. 


Como conclusión, es innegable que se debe continuar visibilizando y potenciando a las mujeres que hacen ciencia y la tecnología en la UBA, al mismo tiempo que se combaten las problemáticas planteadas y se incentivan a las nuevas generaciones a investigar e innovar para mejorar las vidas cotidianas de toda la sociedad.